14/05/2011

O porco-espinho (uma fábula sobre a convivência e amizade)

A postagem anterior remeteu-me a um passado distante quando, repetindo,  temia cruzar com um quandú e ser alvejado por suas lanças.

Escrafuchando achei esta fábula

por Alexandre Bastos, em seu blog


O Porco-espinho (uma estória sobre a convivência e amizade)


Dizem que durante uma era glacial, quando parte do globo terrestre esteve coberto por densas camadas de gelo, muitos animais não resistiram ao frio intenso e, indefesos, morreram por não se adaptarem às condições do clima hostil. Foi então que um grupo de porcos-espinhos, numa tentativa de se proteger e sobreviver, começou a se unir, e juntar-se mais e mais. Assim, cada um podia sentir o calor do corpo do outro. E todos juntos, bem unidos, agasalhavam-se mutuamente, aqueciam-se enfrentando por mais tempo aquele inverno tenebroso. Porém, os espinhos de cada um começaram a ferir os companheiros mais próximos, justamente aqueles que lhes forneciam mais calor, aquele calor vital. Afastaram-se feridos, magoados, hostilizados, por não suportarem mais tempo os espinhos dos seus companheiros.

Aqueles espinhos que aqueciam também feriam. Porém, com o tempo, eles descobriram que essa não era a melhor solução: afastados, separados, logo começaram a morrer congelados, os que não morreram voltaram a se aproximar, pouco a pouco, com jeito, com precauções, compreensão, de tal forma que, unidos, cada qual conservava uma certa distância do outro, mínima, mas o suficiente para conviver, resistindo à longa era glacial.

E sobreviveram…

http://www.fmanha.com.br/blogs/bastos/?p=5755


 ESPAÑOL

El puercoespín



Durante la era glacial, muchos animales morían a causa del frío. Los puercoespinos, percibiendo esta situación, acordaron vivir en grupos; así se daban abrigo y se protegerían mutuamente. Pero las espinas de cada uno herían a los vecinos más próximos, justamente a aquellos que le brindaban calor. Y por eso se peleaban y se separaban unos de otros. Pero volvieron a sentir frío y tuvieron que tomar una decisión: o desaparecían de la faz de la tierra o aceptaban las espinas de sus vecinos. Con sabiduría, decidieron volver y vivir juntos sin herir el prójimo. Aprendieron así a vivir con las pequeñas heridas que una relación mui cercana les podía ocasionar, porque lo realmente importante era el calor del otro. Y así sobrevivieron. Así que la mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en donde cada uno acepta los defectos del otro y consigue perdón para los suyos propios. Viva cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión, amor y paz; y aún si cometes errores, sepas que estos son enmendables… sepas perdonar, pero no superficialmente, más bien desde lo más profundo del corazón. Somos humanos y tendemos a equivocarnos en ocasiones, pero lo que importa es superar estos y todos los demás obstáculos que se nos presentan a cada paso en la vida. Si nos cerramos al completo olvido de las faltas (es decir aquellos/as que afirman que perdonan, pero no olvidan) estamos permitiéndole al orgullo que tome las riendas de nuestras vidas y con él estamos abriéndole las puertas al resentimiento ya que cada vez que recordamos el incidente volveremos a sentir las bajas vibraciones que éste nos produjo cuando ocurrió. Es por eso que el perdón y el olvido son hermanos siameses, es imposible que uno exista sin el otro. Muchas cosas en nuestro entorno sanarían más rápido si nosotros, verdaderamente, soltáramos el resentimiento, el odio, el orgullo, la ira y el egoísmo. Cada uno de ellos nos detiene en nuestra evolución silenciosamente. El Principito repetía sin cesar: "Soy responsable por mi Flor" y nosotros somos ese príncipe que Saint Exupery describe en su famosa obra…. También somos responsables de nuestra propia flor y para cuidarla debemos superar esos obstáculos llamados odio, ira, egoísmo, orgullo y resentimiento. Tal vez pienses que es difícil, nadie ha dicho que no lo será, pero Confucio dijo que mil pasos empezaban por el primero y ciertamente andar tanto tampoco es fácil; lo importante es comenzar y luego, sin mirar hacia atrás, continuar no importando si el camino se torna escabroso en ocasiones. Los tropiezos nos hacen fuertes y hay un refrán que dice que no hay mal que dure mil años ni cuerpo que lo resista; es decir que todos tenemos la capacidad interna de superarnos a nosotros mismos y de ser mejores cada vez. Sabiendo esto debemos ser consecuentes en nuestro empeño por mejorar, por perdonar y por superar esas “pequeñas” o “grandes” cosas que a diario nos suceden; después de todo, la vida sería muy aburrida si no tuviéramos qué hacer en ella.

Madeleine E. Belliard. Extracto de su libro "Despertando a la Nueva Conciencia".

http://www.fabulasecontos.com.br/?pg=descricao&id=95

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